Las familias comenzaron a notar señales de alarma a partir de frases y actitudes de sus hijos, quienes mencionaban que la docente los llamaba “burros” o “tontos” y afirmaba que “no iban a llegar a nada”. También se habría apropiado de la comida de los alumnos y solicitado masajes por parte de los mismos.
Las situaciones se habrían repetido durante meses, generando malestar e incluso resistencia de algunos chicos para asistir a clases. Además, no es el primer antecedente de esta docente: años atrás ya había sido denunciada por hechos similares mientras estaba a cargo de otro grado.
El caso es seguido por la Defensoría de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes de Misiones, que intervino a partir del 6 de junio. Se solicitó un informe a la dirección de la escuela y se inició un proceso administrativo por parte del Consejo General de Educación. Por el momento, la docente continúa desempeñando tareas dentro del establecimiento, pero sin contacto con alumnos.